sábado, 4 de julio de 2015

El espacio, el tiempo, y la Cruz del Sur

Noche fría, con algo de nubes, en Buenos Aires. Pechos fríos en el cono sur de éste y del otro lado de la cordillera. Me asomo al balcón. Entre las nubes, más cerca que otras veces, se luce, imponente, la Cruz del Sur. Y, junto a ella, alfa y beta Centauro. Es muy fácil identificarlas. Son dos estrellas muy brillantes, que apuntan hacia la Cruz desde su izquierda, en este momento. Me acuerdo de un dato: alfa centauro es la estrella más cercana a la Tierra, después del Sol. El Sol está a ocho minutos luz; Alfa Centauro (Rigil Kent) a cuatro años y pico. Es decir que la luz que estoy viendo en ella, salió de la estrella hace algo más de cuatro años. Se me ocurre buscar la referencia de las estrellas de la Cruz del Sur. Encuentro que alfa Crux, la más brillante, la de abajo, está a unos 350 años luz; beta Crux , la del brazo de la izquierda (Mimosa), está a unos 420 años luz; Gamma Crux, la de arriba, apenas a unos 88 años luz; mientras que la del brazo derecho, delta Crux está a unos 250 años luz. Pasemos en limpio... Cuando miro este sector del cielo, veo la luz de alfa Centauro, que salió en el 2011; la de Beta Centauro y la de alfa Crux, que salieron en 1665, la de Mimosa, que salió en 1595; la de gamma Crux que salió en 1927 y la de delta Crux que salió en 1765...

Es curioso, de día todo lo que vemos es espacio. Cosas cerca o lejos, pero en el espacio. De noche, cuando miramos hacia el cielo, lo que vemos es tiempo. Luces viajeras, que a una velocidad extraordinaria surcan distancias inmensas para llegar hasta nosotros. Luces salidas en tiempos de Spinoza, Kant, o nuestros abuelos. Rayos de luz que partieron en tiempos en que no existíamos o en que éramos otros (¿cuán diferentes somos desde que la luz de la más cercana, alfa Centauro, saliera en 2011?). Embriaguez cósmica que se apodera de la mirada y del pensamiento con sólo observar seis estrellitas desde un balcón que apunta al sur oeste...

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