lunes, 25 de junio de 2018

La fascinación de los planetas

Es sabido que en griego "planeta" significaba "errante", "vagabundo". Y que tal nombre provenía del hecho de que cada noche estos puntos luminosos se movían antojadizamente por el firmamento mientras que le resto lo hacía de manera armónica.
Los pueblos de la antigüedad sabían que esas luces eran diferentes de las demás. Y no sólo por su movimiento. No titilaban. Jamás. Por momentos su fulgor crecía y luego se atenuaba. Extraños, estos vagabundos del cielo.
Fueron asociados con dioses. ¿Creían que eran los dioses auténticos o sus representantes? No lo sé. No sé si puede saberse. Pero sí sé que también yo experimento esa fascinación.

Las estrellas me exceden. Están, pero no están. Me hablan de tiempos inabarcables, de distancias inconmensurables. Me gusta reconocer las constelaciones que conforman desde este particular punto de vista del universo. Puedo aceptar que sólo desde aquí se las ve marchar juntas cada noche. Que sólo en este punto de la vía láctea puede verse al Escorpión acechando a Orión. Me atrapan las historias que han contado los hombres sobre las estrellas, más que las estrellas mismas. Las miro con binoculares y las veo igual que a simple vista. Las miro con un telescopio, y su imagen no se altera. Veo más cantidad, con esos instrumentos. Percibo nuevas formas, al tiempo que se me escapan otras. Pero cada puntito cintilante resulta imperturbable.
Los planetas, en cambio, se sienten próximos. Dan una idea de compañía.

En estos días, Venus es la reina del atardecer. Resplandece antes que cualquier estrella, impera en el cielo del oeste en las primeras horas de la noche, cautivándonos con la magnitud de su brillo. ¿Alguien quiere reconocer a Venus? Mire hacia el oeste a eso de las siete de la tarde. Ahí está. Auténtica diosa del amor, amparando a quienes planean un encuentro nocturno, a las parejas que se reencuentran tras un día laboral que los distanció inhumanamente. Venus acoge y propicia el momento del reencuentro.

En seguida será Júpiter quien se destacará en el firmamento, en estos días, cerca de la Luna. Un rato más tarde, aparecerá Saturno.  Y cuando la noche madure, será Marte quien se adueñe del cielo del este mientras los otros planetas se aproximen al descanso que les proveerá el horizonte del oeste.

Lindo cielo, el de este invierno. Frío, obviamente. Pero, en las noches despejadas, escenario del más bello de los desfiles.