domingo, 7 de noviembre de 2010

Hartley 2 103P... ¿Dónde estás?

Llevo días -noches- fatigando mis ojos en vano, buscando la leve estela del astro errante que, dicen, merodea a la Tierra.
Se supone que está pasando a los pies de los gemelos Cástor y Pólux, de Géminis. Dicen que se ve con binoculares comunes. Recorro centímetro a centímetro la zona, con binoculares y telescopio. Y nada.
Como en tantas otras cosas, mi posición poco tiene que ver con la de un hombre de la Antigüedad. Ellos veían, primero. Sentían. Y trataban de entender, de hacer compatible su visión con la armonía que daban por supuesta.
Nosotros, en cambio, tenemos el mapa. Digital, incluso. Que nos dice dónde tiene que estar aquello que no vemos. No podemos abolir la distancia implantada por la modernidad: allá, en la inmensidad infinita, el objeto; acá, en el balcón de un edificio en una pretenciosa ciudad bien al sur del Ecuador, el sujeto.
No obstante, algo de la emoción permanece, se filtra en la espera, en el deseo de que por fin el astro aparezca. La belleza emerge en la infructuosa búsqueda del cometa, que, entonces, deja de ser infructuosa. El cometa es la excusa me lleva a entregarme a la admiración de la infinidad que nos circunda.