viernes, 24 de julio de 2015

De la belleza, la armonía y otros caprichos cosmicos

La palabra Cosmos tiene una historia curiosa. Para nosotros es sinónimo de "universo". Pero originariamente tenía un significado muy diferente. El primero en emplearla en un texto que haya llegado hasta nosotros es Homero, en la Ilíada. Allí "cosmos" alude al orden de los ejércitos al dirigirse al combate. Parece que a los griegos arcaicos les fascinaba ver el orden armonioso en que las tropas marchaban por el campo de batalla. Orden, armonía. Probablemente una noche alguien relataba una historia cósmica, y se le ocurrió comparar esa marcha armoniosa con la de los astros en el cielo. Las estrellas se desplazan cada noche como el más glorioso y bello de los ejércitos.
Hay quienes dicen que la armonía es un capricho, una arbitrariedad. Tal como la belleza. Vemos belleza en lo que llamamos armonía porque ciertas estructuras coinciden con las nuestras. El orden es una configuración como cualquier otra; una disposición azarosa entre infinitas otras.
Hay otros que no se preocupan por distinguir bellezas auténticas de otras ficticias en tanto que puedan regocijarse con ellas, que no exigen una certificación científica para los mitos, que no se inquietan por la arbitrariedad de la armonía mientras esta les permita seguir danzando.


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