domingo, 23 de agosto de 2015

Del riesgo de ser un buen Anfitrión, de Hércules y de los artilugios de Zeus para gozar del amor...

Quien en este momento mire hacia el norte podrá encontrarse nada más ni nada menos que con Hércules, -Heracles, para los griegos-, uno de los mayores héroes de la Antigüedad. Es tanto lo que se podría narrar sobre Hércules, que es difícil elegir por dónde empezar. Comencemos, entonces, por el principio: el momento en que fue engendrado por Zeus. De paso, levantemos una advertencia para aquellos que crean que es un halago que alguien, luego de estar de visita en su casa, les diga "sos un buen anfitrión"...
Anfitrión era el nombre del esposo de la bella Alcmena. Pero, aún siendo legítimamente su esposo, el pobre Anfitrión estaba imposibilitado de consumar su unión con ella. La cuestión tiene su gracia, porque el padre de Alcmena, Electrión, se había comprometido a concederle la mano de su hija pero... una tarde que estaba arriando unas vacas, una de ellas lo atacó. Anfitrión, que estaba con su futuro suegro quiso ayudarlo y le tiró con un palo a la vaca, con tal mala suerte que el palo rebotó en los cuernos del animal...¡y mató a Electrión! Anfitrión huyó a Tebas, junto con Alcmena.  Cuando, ya en el exilio, el joven intentó aproximarse a su compañera con intenciones amorosas, ésta le dijo que no podía acostarse con él por el pesar que aún sentía por la muerte de sus ocho hermanos (que habían perecido en una lucha por el poder cuando todavía Electrión estaba vivo). El "bueno" de Anfitrión se ofreció a vengar a sus ocho cuñados y Alcmena le prometió que cuando lo hiciera gozarían del amor. El paciente muchacho reunió un ejército y partió a la guerra. Guerra que tras enormes esfuerzos logró ganar. No es difícil de imaginar que Anfitrión se hizo de un gran botín en esa guerra. Pero tampoco cuesta imaginar que lo que menos le interesaba era la riqueza obtenida. Mientras todos celebraban la victoria podemos suponer que sus pensamientos estaban dedicados a anticipar el momento de la llegada, a entrever la admiración de su mujer al recibir las buenas noticias, a prefigurar la calidez de su gratificante entrega.
Pero... resulta que Zeus -sí, otra vez Zeus- sentía una irresistible atracción por la bella Alcmena. Y no tuvo mejor idea que ir a visitarla en el momento mismo en que Anfitrión emprendía, ansioso, el regreso a su morada. Copio el texto en el que Apolodoro narra esta parte de la historia:

"Antes de que Anfitrión regresara a Tebas, Zeus se presentó una noche y, haciéndola durar como tres, yació con Alcmena, tomando la figura de Anfitrión, luego de relatarle lo sucedido en la guerra".

A ver si se entiende... Zeus se disfrazó de Anfitrión, llegó a "su" casa y le dijo a Alcmena: "Querida, ya vengué a tus hermanos, vamos pa' la piecita del fondo". Alcmena no encontró nuevas excusas para postergar la unión... y Zeus le dio -le dio la buena noticia de la victoria- durante una noche que duró ¡¡¡tres noches!!! Imaginemos a Alcmena pensando "por qué no le habré dicho que sí antes", luego de gozar de la potencia divina.
Pero esto esto no es todo... porque, finalmente, el bueno de Anfitrión llegó a su casa... Y, claro, por más que le dio la noticia, y que se esmeró en despertar el deseo de Alcmena, no consiguió demasiado... Cuenta Apolodoro:

"Cuando llegó Anfitrión y vio que su mujer lo acogía sin entusiasmo, le preguntó el motivo... y Alcmena le dijo que a su regreso la noche anterior ya se había acostado con ella".

Confundido, y aún sin encontrar la respuesta que esperaba, Anfitrión descargó su pasión sobre Alcmena sin saber que su desempeño de esa noche no podía compararse con el que había tenido su reemplazante durante la triple noche anterior...
(Que levante la mano el que todavía cree que "sos un buen anfitrión" es un elogio...)

La cuestión es que Alcmena quedó doblemente embarazada. De Zeus nacería Hércules y de Anfitrión, Ificles.

El mismo Apolodoro cuenta que una vez enterado por Tiresias de que uno de los niños era de Zeus, "Anfitrión quiso averiguar cuál de los niños era hijo de Zeus, para lo cual puso serpientes en la cama; y como Ificles huyó y Heracles se quedó, supo cuál era su hijo y cual el de Zeus".





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