domingo, 2 de agosto de 2015

Platón en la Luna

Sigue nublado, en Buenos Aires. No obstante, en algunos momentos, la Luna deja ver su rostro. En ese rostro hay una marca filosófica muy reconocible: el cráter Platón. Se trata de un cráter de más de cien kilómetros de diámetro, y de dos kilómetros y medio de profundidad.
Curiosamente, a Platón quizá no le hubiera gustado que una de las "imperfecciones" de la Luna llevara su nombre.
Como sabemos, el Timeo es el texto en el que el filósofo narra la creación del universo. Un gigantesco animal viviente, dotado de cuerpo y alma, fabricado por un Demiurgo a imagen del mundo de las Ideas. Allí se dice que los planetas (entre los que se incluían a la Luna y al Sol) están hechos principalmente de fuego y tienen forma esférica, a semejanza del universo todo. Dice el texto: "Para que el tiempo naciera se engendraron el sol, la luna y los otros cinco astros que se denominan 'errantes' - 'planetas', en griego-, para la delimitación y vigilancia de los números del tiempo. Tras producir cuerpos para cada uno de ellos, el dios los colocó en las órbitas por las que marchaba la revolución de lo otro, siete cuerpos en siete órbitas: la luna en la primera órbita en torno de la tierra; el sol en la segunda por sobre la tierra"
 "El Demiurgo fabricó con fuego la mayor parte de la figura de los dioses, para que fuera lo más brillante posible y la más bella a la vista; y, a semejanza del universo, la hizo bien redondeada y la colocó en la sabidurá de lo más poderoso, para acompañarla". Si bien este último párrafo parece referirse especialmente a las estrellas "fijas", al no especificar de qué está hecho el cuerpo de los dioses errantes, entre ellos la Luna, podemos suponer que pensaba que igualmente estaban conformados por fuego. Y, por tratarse de dioses, no podían tener imperfecciones. ¿Qué pensaba Platón, el filósofo, cuando veía -porque no podía no verlo- a Platón el cráter? ¿Que las manchas eran producto de nubes? Raro que no se diera cuenta de que esas nubes eran idénticas cada noche en que la Luna era visible...
¿Qué pensaba la Luna -porque según Platón los astros son dioses dotados de pensamiento- acerca de las elucubraciones del hombrecito que dio forma a su origen a través de las palabras? ¿Qué pensará de otros que bautizaron uno de sus granitos con el nombre de aquel hombrecito?
Lo que nos queda a nosotros, en todo caso, es tratar de identificar a simple vista, en cuanto el clima lo permita, el cráter bautizado en honor del filósofo y, por qué no, disfrutar de una lectura del Timeo acompañando el movimiento de la Luna cualquiera de estas noches.





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