lunes, 10 de octubre de 2016

Marte en el ojo del Arquero...

Noche agradable, en Buenos Aires, para mirar las estrellas. Me detengo en el Arquero, Sagitario, que suele asociarse con el Centauro Quirón. Esta noche Quirón tiene a Marte, el dios de la guerra, el Ares griego, en la mirada. Como si preparara una saeta letal contra sus adversarios. En la Tierra también vuelan dardos envenenados. En el hemisferio norte los lanzan quienes quieren alzarse con el mayor de los poderes concedidos con el voto popular. En el ámbito doméstico también vuelan flechas que hieren a los incautos.
Quirón tiene una rica historia como médico, como educador de héroes, como un ser sabio. Y tiene también una rica muerte, que termina llevándolo a engalanar el cielo con su figura.
Quirón era un ser inmortal. Pero no morir, contrariamente a lo que fantasean algunos hombres, puede ser también una condena. Esto lo descubre Quirón cuando accidentalmente  es alcanzado por una flecha lanzada por quien fuera su amigo, Hércules, Heracles. Flecha que, por si fuera poco, estaba emponzoñada con la sangre de la Hydra. Hay flechazos que provocan tal dolor, que llevan a desear la muerte. No sé si será abusar de la metáfora pensar en palabras hirientes, en desaires amorosos, en traiciones que transforman la vida en despojos, que truecan la alegría en un anhelo del silencio final.
El hecho es que el dolor causado por la herida es tan intenso, que Quirón abdica de su inmortalidad, cediéndosela a Prometeo, para alcanzar el último alivio. Cuando la muerte por fin termina con el sufrimiento Zeus decide catasterizarlo a modo de compensación.

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